domingo, 28 de julio de 2013

lunes, 1 de julio de 2013

Entrevista de Radio Huesca-La SER de Graus.

http://www.radiohuesca.com/noticia/494284/La-gaita-en-Graus-Un--siglo-de-gaitas-y-gaiteros

Discurso de Presentación del libro La Gaita en Graus

Representante del Grupo de Dances y Albadas de Graus, Santiago Vieites
Alcalde de Graus, José Antonio Lagüéns Egea

  
Atardece en el puente y llegan los gaiteros.
Bullicio y trabucazos.
La chen se mete en marcha y al llegá al Portal sona la gaita.
El Barrichós está rebutíu de chen que s’arrebullona alrededó de danzantes y gaiteros.
Al llegá a San Vicente tol mundo se para y solo se siente el bot.
La primera albada llena la tarde de septiembre y el pueblo canta.
Atronan los trabucos y tornan a marchá, esta vez camino de San Miguel.
En la iglesia to’l mundo quier’stá deban pa no perdé ni ripio.
Después de la Ofrenda al Santo Cristo sona la gaita.
L’Albada se fa oración y to’l mundo contiene’l aliento.
Calla la gaita y canta un grausino.
Cuan s’acaba l’Albada tronan los trabucos…
Ya’sta. La fiesta ha empezáu.

Pero, ¿Qué es esto de la gaita que tanto nos atrae, que nos hace que sigamos tras sus notas? He empezado mi historia reflejando el ambiente que se vive en la tarde del día 12 de septiembre, cuanto el ir a esperá la gaita se convierte en un acontecimiento cargado de simbolismo para los grausinos. La gaita y su música tienen un papel muy importante en el imaginario grausino. Escritores y poetas como Marcelino Gambón, Vicente Barrós, Francisco Castillón, Tonón de Baldomera o Luisón de Fierro disfrutaron relatando sobre ella y los personajes de su entorno.

Gaita define popularmente a muchos instrumentos musicales aerófonos que funcionan soplando aire directamente o a través de un depósito, haciendo vibrar una lengüeta sencilla o doble que provoca una gama de sonidos que, ordenados según los gustos, estilos o modos de las distintas épocas, producen la música. A pesar de sus diferencias morfológicas, en Aragón se llama gaita a la gaita de boto y la trompa y su origen se remonta al III Milenio A. de C. en Mesopotamia. Los caramillos de caña o madera griegos se llamaron aulós y los romanos tibias. Cuando unieron caramillos y piel de perro, cordero o cerdo apareció la gaita de odre o boto. A través de Persia e India se extendió hasta China, y por Egipto y Grecia hacia Occidente. Los griegos la llamaron áskaulos y los romanos tibia utricularis o utrículus. Roma encabezaba sus legiones con ellas y debido a su uso en bacanales y fiestas paganas, estos instrumentos fueron condenados y prohibidos por la nueva religión cristiana en sus ceremonias hasta el final de la Edad Media, cuando se autorizó oficialmente a que formaran parte de las nuevas capillas musicales.

Es imposible conocer cuándo se empezó a tocar gaitas en Graus. Durante el imperio romano, Graus debía ser un pequeño puesto militar de control fiscal dependiente de Labitolosa y sus ciudadanos disfrutarían con su música pero al despoblarse en el siglo III puede que no quedara en todo el territorio ninguna tibia utricularis. A la llegada de los musulmanes aparecieron nuevos instrumentos musicales que se unieron a los hispanoromanos y más tarde, los juglares que corrieran las pequeñas cortes de la nobleza pirenaica usarían indistintamente todos los instrumentos a su alcance, antiguos y nuevos, cristianos o paganos.

En el siglo XIII aparece venido de África el nombre de gaita, referido a instrumentos sin boto. Hoy en el Rif se llama guayyât al gaitero y gáytad a tocar la gaita. En Berbería se llama al músico con el nombre arábigo de gaytetum y en el Magreb y África Central perviven distintos nombres para instrumentos sin boto: ghayta, alghaita, dhaita, rhaita o rhita. La primera imagen de una gaita de boto como hoy la conocemos aparece en una Cantiga de Santa María de Alfonso X El Sabio, donde se ven por primera vez cuatro bordones y un caramillo doble.

Los reyes aragoneses Pedro IV «El Ceremonioso», su hijo Juan I «El Rey Músico» y Martín I «El Humano», fueron muy aficionados a la música. La Corona estaba ligada al área cultural francesa por origen y vecindad, y los instrumentos se denominaban al modo francés: Cornamusa para la gaita de boto y chalamia para la chirimía y el mayor agrado real era escuchar los dúos de estos instrumentos.

En 1377, siendo todavía Duque de Gerona, Juan I declaró la chirimía como el instrumento de sonido más agradable de todos cuantos existían. En el Renacimiento las gaitas de boto fueron desplazadas de las coblas de ministriles por chirimías,  bajones, cornetas y sacabuches.

Al final del Barroco, Cerone dice de las cornamusas que no pasan de nueve voces,…y de la chirimía que, decaída de su antiguo esplendor, desprovista de llaves y en su forma primitiva ha pasado a las manos del pueblo con variadísimos nombres más o menos impropios. Vemos por qué. La gaita de boto apenas podía hacer más de una octava, tenía una uniformidad tonal que hacía impensable realizar fraseos ni muchas alteraciones y resultaba complicada de modernizar; era excesivamente simple y vulgar al lado de los otros instrumentos.

En el XVIII, la gaita de boto ya había sido arrinconada, y casi desapareció en Aragón, reduciéndose a un uso popular y rural, acompañando algunos dances. La música en este siglo en Graus debió desarrollarse como en el resto de Aragón. Las casas señoriales, benedictinos, dominicos y jesuitas tendrían sus músicos para dar relumbrón a las ceremonias civies y religiosas y al acabarlas, éstos intervendrían en bailes populares con los mismos instrumentos...

No se concebía una fiesta sin gaiteros, sin la gaita. Significaban fiesta, alegría, dance, tradición, ritos… Los escritores grausinos del siglo XX incluyen en sus textos muchas referencias a ellos. La más antigua está en un artículo de Joaquín Costa sobre la Pastorada de Capella del año 1736:

Estánme yo quieto allí porque pariba una huella va sentí enta par de Capella soná la gaita gallega y un contínuo catacrác de dances y castañetas.


Ricardo del Arco publica en 1943 su obra Notas del Folklore Altoaragonés, con un enorme contenido de dances, pastoradas e historias del folklore ritual que aún se mantenían entonces en muchos pueblos de Ribagorza y Monegros. Sus datos de Graus provienen de El Ribagorzano y dice así:

En los últimos años del siglo XVI ejecutaban los danzantes diversidad de alegres y animados cuadros. La música era el tambor, la trompa de Luzás y una gaita del pueblo de Azués (…) Poco después vinieron los tres gaiteros, hasta la actualidad. (...) Ribagorza, que todavía mantiene gran parte de sus fiestas populares, como las pastoradas y matracadas, las danzas y albadas, ha perdido los tradicionales Gaiteros de Caserras que dieron nombre a este pueblo ribagorzano...

Fueron los más famosos e igual que los músicos de cualquier época, hacían misas, bailes y procesiones, dianas o pasacalles. No hay pruebas de por qué sobrevivió en Ribagorza hasta el siglo XX este grupo instrumental de la Edad Media. Cabe que provinieran de capillas musicales de las catedrales de la Seu d’Urgell o Lérida y teniendo su origen en la zona, después de las desamortizaciones se retiraran a sus pueblos… Fueron los últimos músicos ribagorzanos de instrumentos antiguos y en 1912 desaparecieron. Se sustituyeron en cada pueblo por acordeones, violines, metales y cualquier otra cosa que hiciera música. Su papel siguió vivo pero fue evolucionando de una forma natural a lo largo del siglo XX, transformándose de una música popular a una música ritual.

En 1913 y sin los gaiteros de Caserras, en Graus se vio la necesidad de buscar nuevos gaiteros. No era fácil pues la modernidad imponía bandas de metales. En 1914 aparece un gaitero tocando los dances en la Plaza de la Compañía, Tomás Tella Castán El Malo, de Sariñena. Pudo venir a Graus durante entre 1913 y 1924, que son años sin noticias. Sería muy interesante oir la música que hacía, pues seguro que su repertorio monegrino se diferenciaba del repertorio del dance de Graus. Parece que ningún gaitero sustituyó eficazmente a los de Caserras. Ya no llevaban aquellos instrumentos llamados bot y gaitas, sólo un bot. Ya no hacían bailes populares después de los dances sino que se limitaban al Dance. No les acompañaba la polifonía de las gaitas de Caserras, y por ello no debieron gustar mucho. Entonces, la opinión pública empezó a preocuparse por cambiar esta situación.

En 1923 el Ayuntamiento de Graus envió a Vicente Turmo Rami Pallás a comprar los instrumentos de los de Caserras. En Ciscar compró a Luis Guitart dos gaitas muy viejas porque las mejores ya las había vendido. En 1925 debutó con esas gaitas junto a Agapito Bruballa, de Casa Llargo de Capella; y El Fobané, con gaita de boto. Pallás llamó a este grupo de instrumentos “bajo y gaitas” y desde entonces la gaita ha acompañado siempre a los dances y albadas de Graus. Su aparición fue muy celebrada pues volvió aquella música desaparecida unos años antes pero su papel cambió dejando de ser los músicos populares y convirtiéndose en los primeros músicos folclóricos que solo tocaron dances. En 1930 Agapito desaparece y le sustituye Joaquín Mazana Ciutad El Ciego.
Marcelino Gambón Plana - Pastorada –
El Ribagorzano – 1925:
Tendrez como en fiestas grans de viejos tiempos gradenses,
bot y gaitas de Caserras pa posá la chen alegre.
Tenín las gaitas en casa que tocarán tres grausinos (…)
pa que las viejas bailen y desfruten de la gaita,…

En 1933 el folklorista catalán Joan Amades visitó Graus. Dirigido por Vicente Barrós Cambra entrevistó a El Ciego, de quien recogió en partituras las piezas que éste tocó con la trompa. En su estudio denomina gralles a las trompas, aunque anota que estos instrumentos son más largos que los catalanes. Dice que la antigua ‘cobla de Casserres’ estaba formada por dos ‘grallas’ y un ‘bot’ y que ninguno de los tres nuevos músicos se vio con ánimo de tocar la cornamusa; es por eso que no se reprodujo ésta, y se limitaron a hacer el sonido solamente con gralles.

En 1945 les sustituyó Vicente Turmo Mur Pallasón. El Ayuntamiento compró una gaita gallega, lo único que se podía encontrar en el mercado, y su tío Pallás le enseñó a tocar. Hay que suponer que El Fobané le enseñaría el manejo del boto. Durante diez años Pallasón fue el único gaitero y la penuria de la posguerra hizo que en sus primeros años vistiera de paisano, sin ningún guiño a la tradición folklórica.

En 1955 los gaiteros fueron José Antonio Dumas Cristalino y Francisco Solana Fillat, ayudados en los dances por Pallás. En 1956 se añade José Simón Cavero. En 1958 tenemos a Antonio Dumas Cristalino y Ramón Bernabéu Nácher, y en 1960 se les unió con el bot Cecilio Román Floria.

En 1961 no había gaiteros y el Ayuntamiento recurrió a la Escuela de Música del Centro Deportivo Recreativo Gradense y durante el mes de agosto dos alumnos, José Antonio Bernabéu y José Antonio Betato, fueron instruidos por sus profesores, Virgilio Burrell Turmo y Mariano Pascual Celaya. Como no había partituras con las que enseñar, se reunieron con Pallás que les cantó las piezas, escribiendo mi padre la partitura que desde entonces usamos los gaiteros de Graus. Los aprendices se hicieron enseguida con el instrumento pero como no quedaba tiempo de aprender bien, salieron a tocar ese año con la partitura sujeta a la gaita por una pinza, acompañados por Antonio Ferraz al bot, sustituido los años 1962 y 1963 por Antonio Tierz. José Miguel Mingarro Ponce sustituyó a Antonio Tierz en 1964, y en 1965 se añadió Juan José Gómez Pardinilla.

En 1971 un coro de grausinos participó en un programa de TVE sobre folklore que se grabó en la plaza mayor de Aínsa. Abajo, por la izquierda Tonón de Baldomera, repatán José Manuel Pesqué, Ángel Beguería y coros. Gaiteros: Antonio Baldellou, Mariano Pascual, José Antonio Betato y Ramón Pascual.

En 1972 encontramos abundantes gaiteros. Fernando Riverola, José Luis Romeo, con corbata Vicentón de Colomina, que seguía siendo el encargado de enseñar a bailar las espadas, José Antonio Bernabéu, Mariano Pascual y Antonio Baldellou, Jesús Borgoñó, Antonio López y Ramón Pascual. Se ven claramente las gaitas gallegas y los flecos que colgaban de los bordones.

En 1976 aparecen Santiago Monclús y José María Pascual y desaparecen otros. En 1979 se añade César Sistac y en 1980 Roberto Subirá. En 1983-84 interviene Luis Aguilar y en 1986 se unen Sergio Codoñer y Santiago Girón. En 1988-90 debuta Ambrosio Ezquerra y en 1992-93, ya con gaitas de boto aragonesas, Cecilia Español.

En 1994-95 la segunda gaitera, Mónica Ardanuy Raso. En 2001, Miguel Ferrer y en 2002 Adolfo Núñez, Fernando Larruy y Lydia Quevedo, y Víctor Pacheu al timbal. José Ramón Colomina debuta en 2003 y en 2005 Javier Aguilar. En 2008 se añaden Luis Angulo y Sergi Llena y en 2009 Joaquín Baldellou. En 2011 otra gaitera, Anabel Clavería, biznieta de El Ciego. Por fin, en 2012 se suman Ignacio Nájera y Daniel Carrera.

Otros gaiteros han participado en los dances de Graus en los últimos años: Carlos Plana, de Sena; Martín Blecua, Javier Espada y Leandro Cucalón, de Sariñena; y Salvador Cored, de Huesca, entre otros, han tañido sus instrumentos con nosotros algunas veces. Muchos otros gaiteros han desfilado por las calles de Graus en el último cuarto de siglo. Sobre todo aragoneses, gallegos, occitanos o bretones. El más famoso, Carlos Núñez, dio un recital el día 8 de septiembre de 2007 en la Plaza Mayor en el marco del Festival Cardelinas y Calandretas, acompañado de gaiteros de Graus, compartiendo músicas grausinas y sonando juntas gaitas aragonesas y gaita gallega. En muchos lugares a los gaiteros de Graus se les relacionaba con gallegos... Estuvimos varios años en Huesca, en Monzón, Sariñena, Tamarite, Barbastro, Binéfar, Pastriz, en Zaragoza varias veces incluso en la capilla del Pilar, Valderrobres, Caserras del Castillo, Centro Aragonés de Barcelona, Aragüés del Puerto, Larrés, Boltaña, Estada, Miami Playa, Salardú, Benasque, San Juan de Plan; en Francia en Saint Gaudens, Tournefeuille, Gaillac y Toulouse, y durante 45 años las gaitas gallegas fueron el instrumento típico en Graus

La gaita gallega llegó a colonizar todos los dances de Aragón y se usó en Graus desde 1945 hasta 1990 en que fue sustituida por la resucitada gaita de boto “aragonesa”. La primera de estas gaitas que tuvimos en Graus la hizo de boj el carpintero de San Juan de Plan, en Zaragoza compramos tres gaitas de granadillo y en Sariñena dos de palosanto.

De 1990 a 1992 fueron llegando estas gaitas con cuentagotas, pues se fabricaban exasperadamente lentas y mientras tanto, abusando de su amistad, los gaiteros de Sariñena y Boltaña nos prestaron las suyas.

La gaita de boto aragonesa vive un renacer y fabricantes gallegos, valencianos y catalanes la copian. Ha recuperado una parte de su rol social y los grupos de dances vuelven a bailar con sus sones. Las otras facetas de la vida en las que participaba han sido invadidas por las nuevas formaciones musicales de todo tipo, del tal forma que será muy difícil que estos instrumentos antiguos recuperen su territorio perdido.

El otro instrumento de los gaiteros es el que llamamos Trompa de Ribagorza. En Graus han sobrevivido dos ejemplares, equivalentes a una chirimía sopranino. Estos instrumentos grausinos tienen la particularidad de que su agujero melódico superior trasero no existe en las chirimías antiguas ni en los oboes occitanos, aumentando su registro musical. Está colocado en posición superior opuesta a los demás, como en los clarines de gaita de boto. Al prototipo que se hizo en el Conservatorio Occitano de Toulouse le han seguido otros modelos de luthiers aragoneses y catalanes que han optado por diferentes alternativas en la afinación o digitación.

Tras la moderna recuperación se vio la necesidad de darle un nombre apropiado. Los gaiteros que las tocaron no tuvieron conciencia de que su instrumento perteneciera a un territorio concreto pero por haber sobrevivido solamente en el folklore ribagorzano se le ha añadido el apellido de Ribagorza. Como reflejo de la pluralidad ribagorzana, a este instrumento se le llama también al modo histórico gaita de Casserres, en recuerdo a su origen.

Antonio Torres Rausa, de la Puebla de Castro, se refería en 2002así a las fiestas de la Puebla en sus tiempos jóvenes: …la llegada de los músicos o de las trompas, tal como se decía, era el momento más feliz de los niños... subíamos alborozados a la plaza avisando al pueblo: ¡Que llegan las trompas!...

Desaparecida en 1945 la trompa y sustituida por la gaita gallega, durmió hasta 1991 en que volvió a sonar, usándose en procesiones y algunos momentos en los que podía tener un pequeño papel solista. En 2002 en Miami Playa los gaiteros de Graus, con trompas y tambor, tocamos la Polka Vieja para bailar Las Cintas. Ese mismo año, en la Pllega, varios gaiteros llevaron las primeras trompas al unísono con las gaitas de boto. De esta época es la creación del grupo Gaiteros de Ribagorza, que participaron en festejos populares como la actuación con los Totxets de Camporrells en su fiesta mayor, el 30 de julio de 2007. Hoy la trompa de Ribagorza está salvada del olvido e integrada en las Escuelas Municipales de Gaita de Benabarre y Graus.

Cañas o lengüetas. Pedro Mir Tierz copió las viejas cañas encontradas. Carlos Plana y Carlos Mur resolvieron la fabricación de la caña para trompa atando a una caña de dulzaina castellana un tubo de unos 30 mm., dándole una apariencia de caña de clarín más grande. En Graus usamos las de Martín Blecua, de diseño y construcción similares a las de clarín de gaita, que tienen un timbre perfecto para tocar a dúo con ella y en Benabarre se usa un diseño mezcla de gaita navarra y tiple catalana. Cada caña cambia el timbre del instrumento siendo unas más brillantes y otras más potentes.

En los años 2000-03, el Grupo de Dances y Albadas desarrolló un curso de gaitas, trompas y dulzainas, con 21 alumnos iniciales del que salieron algunos nuevos gaiteros. Desde entonces tenemos en Graus Escuela de Gaitas, integrada en este momento en la Escuela Municipal de Música y dirigida Sergi Llena. El luthier es uno de los oficios artesanos que ha merecido siempre el máximo aprecio por su trabajo, pues de la calidad, perfección y belleza de su obra dependerá en gran media el disfrute de los espectadores. Miguel Ferrer, gaitero de la primera generación de la Escuela de Gaita, construye desde hace años gaitas de boto, dulzainas y trompas en su taller de Graus, con maderas autóctonas de Ribagorza como la servera o el buixo.

En la fotografía de los gaiteros de Caserras se intuye que el del centro lleva un instrumento corto, tipo dulzaina, por la forma en que lo sujeta y cómo agrupa los dedos. Parece seguro que Pallás no compró ninguna dulzaina, en cuyo caso se hubiera tocado o reproducido como se hizo con las trompas, no apareciendo ninguna en las fotos de los años siguientes.

En el último cuarto del siglo XX se produjo un resurgir de una dulzaina tipo “aragonesa”, recreada por Blas Coscollar, de Barbastro. A este maestro de folkloristas debemos que vuelva a sonar en Aragón este instrumento, endémico de estas tierras.

Al instrumento que hoy llamamos dulzaina, una variante de las chirimías y con origen en al-bûq, el filósofo árabe Al-Farali le dio el nombre de surnît, cuyo significado es instrumento de fiestas o bodas.

Dulzaina castellana, gaita navarra, gralla catalana, dolçaina valenciana, son algunos de los distintos nombres con los que se conoce en España a este instrumento. En Castellón el nombre de dolçaina es común salvo en Morella, donde se la conoce como gaita morellana. En Alicante se la llama xirimita. En Cataluña las hay con llaves como la castellana llamadas grallas dolces, en contraposición a las que no tienen llaves llamadas secas y todas se diferencian entre sí por su tiembre y afinación.

En 2011 apareció en Casa Baldomera una dulzaina valenciana, nueva y sin uso aparente. Quizás alguien recordó que en la cobla de los de Caserras hubo una dulzaina… Quizás al encontrarse las trompas tan viejas se adquirió por carta o teléfono, solicitando “una gaita”, nombre del instrumento en ciudades como Zaragoza. No hay constancia de que sonara nunca en los dances de Graus.

Una curiosidad son los oboes tibetanos del monasterio budista Dag Shang Kagyu, utilizados para el ceremonial que pueden oírse en días como en la inauguración del año nuevo budista, que aunque no tienen nada que ver con nuestra cultura occidental, forman parte del paisaje musical grausino.

No solo en Graus sobrevivió la tradición de los gaiteros de Caserras. Las costumbres festivas de algunos pueblos ribagorzanos y literanos se conservan prácticamente idénticas hoy a como fueron hace un siglo. Las diferencias entre sí son mínimas, con bailes y músicas que solo el transcurso del tiempo ha ido modificando y reajustando a los gustos actuales. Veamos su situación.

A)    Ricardo del Arco nos cuenta las fiestas de Torres del Obispo, que se desarrollaban prácticamente igual a las de Graus o a las de Camporrells, desde la espera de los gaiteros, ofrendas, dances, procesiones y rondas. Por desgracia, el dance de la Morisca de Torres, dedicado a Santa Ana, no se realiza desde los años ’80.

B)   En Benabarre se mantiene con fuerza el dance. Los gaiteros desaparecieron y con ellos la representación de la Pastorada, Palitrocs y Salvatges. En 1953 se recuperaron Pastorada y Palitrocs, con músicos de viento-metal, en 1985 reaparecieron los gaiteros en el dance y en 2008 la fiesta de los Salvatges, con música tocada por gaiteros, con bot y gaitas.

C)   Antonio Torres, Toño de l’Anxeleta, descendiente de Caserras, se bajó a Tamarite  de Litera en 1928. Había sido danzante y en la posguerra enseñó el baile de los totxets de Caserras a miembros del grupo de jotas Alma Literana y a tocar la gaita a Antonio Ibáñez Bañetes que en los años ‘60 fue sucedido por Luis Latorre que en 2010 grabó la música que recordaba en un cd titulado Dels gaiters de Caserres…, aportando además una sencilla partitura.

D)  Camporrells es la única localidad literana que mantiene en sus fiestas patronales dance en la forma de ball de totxets. Desde principios del siglo XXI, el Ball de Totxets de Camporrells ha sido acompañado en ocasiones por gaiteros de Graus.

José Sistac Zanuy describe con precisión cómo eran a principios del siglo XX.

Por la tarde de la víspera numerosas personas salían poco antes del anochecer hacia las afueras para recibir a la “música forastera”. Cuando los músicos eran divisados, los mozos empezaban a disparar salvas de honor con sus viejas escopetas de pistón y carga de pólvora por la boca, no cesando en el infernal ruido hasta que los músicos se habían acercado y se les podía estrechar la mano. Músicos y pueblo seguían entonces hacia la población, desde cuya entrada se dirigían a la plaza de la Iglesia. Interpretaban una ofrenda a la Iglesia y otra al Párroco… Seguidamente la música se dirigía a la residencia del Alcalde, donde se interpretaba una serenata de aires populares…
El día de la fiesta, al terminar las albades de la noche anterior, se “tocaba a procesión”… Era notablemente típica en esta procesión la presencia de gaitas aragonesas (que generalmente procedían de Caserras del Castillo…), al son de las cuales numerosos cuadros de danzantes ejecutaban el ball dels totxets… La procesión acaba en la iglesia con Misa Mayor… y después de ella vuelven a bailarse distintos balls dels totxets… Tarde y noche se organizaba un baile en la plaza con la música de viento, aunque los mayores preferían organizar su propio baile al son de las gaitas o instrumentos de cuerda.
El tercer día se hacía el baile de las cintas y de los palitrocs… Las danzas eran interpretadas por gaitas o dulzainas, y a falta de éstas, por bandas de música con instrumentos de viento…

E)   En Sobarbe hubo gaiteros conocidos que por su proximidad pudieron tocar en Graus. El más conocido fue Juan Cazcarra Sesé, de Bestué, +1963, último gaitero tradicional de Sobrarbe, tío-abuelo de Gonzalo Palacios. El Ayuntamiento de Aínsa, por mediación del Secretario municipal Pardinilla y el concejal de Cultura Anchel Conte, compró su gaita que hoy está en ese Ayuntamiento, siendo el ejemplar más usado como modelo de la gaita de boto aragonesa.

F)    Hay constancia de numerosos gaiteros de boto en Monegros.
Robres
Los Becana
L’Almolda
Los Brujos, Mariano Labat y Jesús Falceto
Castejón de Monegros
Senén Pueyo, Gaudencio y Tomás Serrate,
Tardienta
Elías Aso
Sesa
Colás Puértolas
Sariñena
Sixto Lana, Tomás Tella, Vicente Capitán, José Navarro, Juan Mir, Martín Blecua, Leandro Cucalón, Javier Espada, Salvador Trallero
Sena
Jaime Ramón, Eduardo y Carlos Plana, Alberto Uriol, Daniel Ardanuy

Las melodías que interpretaron los gaiteros no han sido siempre iguales, no provienen de una escritura inicial sino que han ido modificándose a lo largo del tiempo. Junto a los matices aportados por el intérprete hay que tener en cuenta las modificaciones producidas por arreglos para otros instrumentos. Así, una pieza tocada o escrita para la trompa y arreglada para la gaita de boto, implica un cambio de tono de FA ó SOL a SIB, DO ó RE.

Transcribir la música popular, cantada o tocada por distintos instrumentos, no es algo fácil. Parece que solo dependa de factores como el oído o el nivel de conocimientos musicales teóricos y prácticos, tanto del informante como del receptor de la información, pero eso sería insuficiente para recoger la infinidad de matices que existen, pues aunque la escritura musical tiene reglas y normas, la música de transmisión oral no está siempre sujeta a ellas.

En esta evolución intervienen tres factores fundamentales:

  • El músico o gaitero: Parece que ninguno de los conocidos hasta ahora fue profesional ni realizó estudios sobre la gaita de boto o la trompa.
  • El instrumento utilizado, cuyos límites en cuanto a su extensión máxima es de una octava y media, tanto el clarín de la gaita de boto como la trompa.
  • El recopilador, transcriptor o arreglista, que en función de la información recibida, su buen oído para plasmarla en papel o su profesionalidad musical para adaptarla a los diversos instrumentos que tiene a su disposición, modifica la música para llevarla al pentagrama de una manera académica.

Manuel Borguñó, Joan Amades, Jesús Clemente, Arcadio Larrea, Gregorio Garcés, Mariano Pascual Celaya, Joaquín Broto, Juan José de Mur, Emilio Reina, David Tellechea, José Antonio González Serena o Sergi Llena Mur, son los nombres de aquellos que vieron en la música popular y folklórica grausina un patrimonio cultural que había que proteger y salvar del olvido llevándolo al pentagrama. La escritura más antigua de la que tenemos constancia es una Albada que el Maestro Borguñó arregló para el Orfeón de Graus en 1914. Otra obra suya, Los dances. Ballet popular de la Ribagorça a 5 veus mixtes, está hoy desaparecida.

En 1917 Eduardo Martínez Torner recogió en Ribagorza varias canciones. En Graus alguien le proporcionó la fotografía de los gaiteros de Caserras de 1910 y la envió a su sede de Oviedo, con una nota al pie que decía: Instrumentos para acompañar el canto en el Alto-Aragón. En 1924 publicó una albada en su obra Cuarenta Canciones Españolas, musicalmente igual a la publicada más tarde por Arcadio Larrea.

Entre 1913 y 1924 las melodías fueron interpretadas por gaiteros foráneos que no llevaban trompas sino gaita de boto y que no dejaron nada escrito. No sabemos cuanto modificaron la música de los dances de Graus interpretada antes que ellos por los gaiteros de Caserras, pero seguro que tuvieron que alterar las músicas para tocarlas con el clarín de la gaita de boto.

Joan Amades escribió por primera vez las canciones que entonces se tenían por folklóricas. Habla de la falta de profesionalidad de los nuevos gaiteros de Graus y dice que ninguno de los tres músicos se atrevió a tocar la cornamusa, limitándose a hacer la melodía con las trompas.

Arcadio Larrea Palacín, investigador del CSIC, estuvo en Graus en 1947. Recogió muchas canciones entre ellas una Albada en la que varios compases de la segunda estrofa solista son distintos a los actuales e iguales a los recogidos por Amades y Clemente. En 1974 volvió y grabó varias albadas para Radio Nacional en las que Baldomera cantó acompañado de un coro de voces femeninas y de los gaiteros José Luis Romeo, Ramón Pascual y el autor de estas líneas.

El trabajo inédito de Larrea ha sido sacado a la luz por José Antonio González, con el nombre de La Música tradicional en la Ribagorza a través de las recopilaciones del Siglo XX.

También el folklorista Manuel García Matos se interesó por los dances y albadas de Graus, y en 1957 los grabó en dos discos. Más tarde, publicó dos Albadas de Graus en su obra Magna Antología del Folklore Musical de España, cantadas por Baldomera y tocadas con la gaita gallega.

Los gaiteros de Graus seguimos utilizando en el siglo XXI como referencia básica la partitura escrita por mi padre en 1961 para Betato y Bernabeu, transcrita mas tarde por otros autores pero sin modificaciones sustanciales.

Conocidos organistas como Gregorio Garcés Til, Joaquín Broto Salamero y  Juan José de Mur Bernad escribieron el folklore de Graus. Directores de grupos corales como Ricardo Olmos, Emilio Reina y David Tellechea arreglaron las albadas de Graus para varias voces. El arreglo de Olmos fue estrenado en la Catedral de Huesca por el Coro de RTVE en 1978 y el arreglo de Reina fue obra obligada en XV Festival para masas corales "Canal de las Bardenas", de Ejea de Los Caballeros, en 1984.


He creído muy interesante hacer un estudio técnico de las piezas musicales.
Sergi Llena Mur, director en las escuelas de Música Tradicional de Benabarre y Graus y autor de un Método de Gaita de Boto recientemente aparecido, es la persona más indicada para realizar hoy este estudio.

En Graus se han sucedido muchos gaiteros en todo este último siglo. Vinieron los de Caserras, de Monegros, suponemos que también alguno de Sobrarbe o fobano; tuvimos gaiteros propios de Graus (y uno de Capella). Muchos tuvieron una corta vida en el mundo de la gaita; otros duraron más… pero, aunque unos leyeran más música que otros, todos fueron unos aficionados apasionados por la música de la gaita y su interpretación junto a los danzantes.

Benabarre, Boltaña, Bujaraloz, Camporrells, Castejón de Monegros, Graus, L’Almolda, Pallaruelo de Monegros, Robres, Sariñena, Sena y Valfarta mantienen el Dance aragonés acompañados de gaiteros con gaita de boto o trompa, o ambos. Otros dances antiguos como los de Huesca, Almudévar, Gurrea de Gallego, Tardienta o Lanaja, han perdido sus gaiteros y usan bandas de metales.

Hoy podemos y debemos volver al uso combinado de trompas y gaitas de boto, en su tono antiguo de FA# y DO# respectivamente, o simplemente en el más usado de FA y DO. Reducirnos a la gaita de boto o a lo sumo a añadirle la trompa sin ir más allá en el desarrollo de las piezas sería perder una parte de nuestra riqueza musical.

Deseo que estas líneas sean un homenaje hacia todos aquellos que han sido mis amigos y compañeros a lo largo de tantos años en el Grupo de Dances y Albadas de Graus, cuando tocar la gaita con los danzantes de Graus era y es nuestra mayor alegría. La pervivencia del folklore, la música y los bailes populares se debe al gusto de las personas para su mantenimiento. Pero también se debe a un sentimiento más profundo de pertenencia a un grupo o comunidad que se exterioriza cuando esa comunidad desea mostrar a sí misma o a los demás sus peculiaridades. Entonces aparecen los símbolos, muchos y distintos en cada momento. Para los grausinos, la gaita es uno de ellos, quizás el más importante...